LA COMPRA VENTA DE EMPRESAS Y SUS DIFERENTES SISTEMAS DE VALORACIÓN
Antes de profundizar en el tema queremos advertir que nuestros comentarios y opiniones van a ser referidos exclusivamente a pequeñas empresas, nunca a grandes empresas y mucho menos a aquellas que coticen en mercados secundarios.
Uno de los temas más difíciles de la profesión del economista es determinar cuánto es el valor de una empresa, sin embargo esta labor es necesaria en muchas ocasiones y sirve de orientación tanto a los potenciales compradores como a los posibles vendedores.
La experiencia de muchos años de trabajo en este apartado nos conduce irremediablemente a constatar que ante una valoración realizada por cualquier experto, siempre le parece un valor escaso al vendedor y, a sensu contrario, al comprador le parece exagerado.
No existe un sistema único de valoración de empresas y por tanto cada profesional podrá seleccionar aquel considere más apto para el encargo recibido, siendo habitual que se elijan 3 o 4 métodos diferentes, y posteriormente sean ponderados mediante la asignación de un peso específico a cada método, si bien esta ponderación podrá realizarse en base a los requerimientos realizados por el cliente.
Una de las dificultades que encontramos en este tipo de trabajo es que en muchas ocasiones no existen valores de referencia de otras operaciones similares que se hayan podido producir. Por ejemplo, si estuviéramos ante la valoración de una vivienda podríamos llegar a conocer los precios de transmisión de las dos o tres últimas viviendas vendidas en ese bloque o urbanización, obteniendo un valor de referencia que pueda ser objetivamente aplicable a la valoración que se nos solicita.
No obstante en algunas ocasiones estos valores referenciales sí que son conocidos en algunos sectores lo que daría lugar a aplicar el sistema conocido como “múltiplos”. Estos múltiplos se pueden aplicar tanto sobre la cuantía de los resultados obtenidos por el potencial vendedor como sobre la cifra de ventas de la empresa. Un ejemplo claro lo tenemos en las compras ventas de las farmacias o de los estancos, donde dependiendo de cada ciudad existen unos múltiplos sobre la cifra de ventas que son admitidos con carácter general.
Un sistema cómodo de valoración de empresas es el “valor neto patrimonial” que se deduce de su balance. Quizás este método nos señale el valor mínimo de la empresa pero no podemos obviar que este sistema de valoración olvida todos los valores inmateriales de la empresa como es el Fondo de Comercio, y, además por la aplicación de la normativa contable obligatoria posiblemente algunos de los valores que figuran en balance no sean reales al haberse aplicado su coste histórico.
Para luchar contra esta valoración de precios de adquisición como valores contables podríamos sustituir estos por sus valores razonables de mercado en el momento de la valoración, lo que nos lleva al método conocido como “activo neto real”.
No podemos dejar de hablar de otro sistema fundamentado en el valor patrimonial de la empresa como es el “valor de liquidación”. Este sistema está diseñado para la valoración de una empresa que se encuentra ante su posible disolución, lo que obliga al valorador a estimar los valores de realización en el mercado de sus activos y pasivos, así como añadir aquellos otros pasivos que no figuran en balance como pudieran ser las indemnizaciones a los trabajadores con motivo del cierre empresarial.
Sin embargo las últimas tendencias relativas a valoración de empresas se fundamentan en variables futuras tales como los beneficios o los cash-flows (flujos de caja) esperados.
Desde luego si pensamos que estamos analizando la posibilidad de comprar una pequeña empresa, no es nada descabellado pararnos a analizar que expectativas de futuro nos deparara el negocio de esa empresa, por tanto llegaremos a valorarla en función de las expectativas que esperamos.
En consecuencia un sistema posible consistiría en la actualización financiera de los beneficios esperados en los próximos ejercicios, mientras que el sistema mayormente admitido por los estudiosos de este tema y los profesionales es el sistema de “Descuento de flujos de Caja”.
Para finalizar esta pequeña reseña cuya única pretensión es poner en conocimiento del lector la gran variedad de métodos existentes en la valoración de empresas y las dificultades de su aplicación, vamos a indicar los parámetros que el valorador tiene que estimar para aplicar los métodos basados en datos futuros.
El primer problema se centra en determinar esa información futura, bien sea beneficios esperados o flujos de caja estimados. Contaremos a nuestro favor con los datos históricos y podremos hacer proyecciones de futuro, pero no dejarán de ser estimaciones.
Por otra parte es fundamental que el valorador tome la decisión de cuántos años futuros vaya a analizar, es decir los datos futuros que incorporara a su sistema de valoración que necesariamente responden a un criterio subjetivo puesto que es su opinión profesional y que no debe ser necesariamente coincidente con la de otros profesionales.
Por fin, otras de las incertidumbres con la que se encuentra el valorador de empresas en aquellos métodos basados en expectativas futuras es determinar el tipo de descuento matemático que debe aplicar, que debe corresponde a dos factores básicos por una parte el tipo financiero esperado y por otro lado la prima de riesgo que conlleva la realización de cualquier actividad empresarial.
Por los motivos expuestos hasta ahora y ante la diversidad de métodos de valoración existentes, quizás debamos regresar al inicio de este artículo y meditar sobre la conveniencia de realizar el cálculo del valor de la pequeña empresa seleccionando alguno de los comentados, para terminar ponderándolos mientras la asignación a cada uno de ellos un peso específico.